sábado, 3 de diciembre de 2011

Prensa jurídica

Escurioso ver como actúa la prensa hoy en día: denuncian, aportan pruebas y juzgan. Y si se equivocan... ni disculpas ni nada. Ocurrió cuando en un juicio por asesinato se declaró inocente a la principal sospechosa, linchada previamente por la prensa (no consigo localizar el caso en Google, así que perdonad mi imprecisión).

Esta moda periodística es más sangrante en el caso del deporte. El diario Marca acusó a Marta Domínguez de haber pasado drogas a otros deportistas, aportó las pruebas que todos habíamos visto, el registro a su casa por parte de la Guardia Civil, y dictó sentencia. La atleta fue absuelta de los cargos que le fueron imputados. Tenemos por otra parte el caso de Alberto Contador, acusado de haberse drogado en el Tour de Francia. Para este otro deportista la prensa pide la absolución, ya que la carne que había tomado el ciclista había sido adulterada con clombuterol, poniendo en un brete al ganadero de cuya ternera provenía el filete dopante y que el nivel de la sustancia en sangre era bajísimo, cosa que es indiferente, ya que es una sustancia que no produce el cuerpo humano y además otros atletas han sido condenados con cantidades inferiores.

Pero los juicios más estúpidos vienen cuando la prensa utiliza la estadística para condenar a un árbitro antes de que empiece un partido. Para ello se argüellen datos como los que hoy se leen en AS: "El Madrid pierde con Iturralde el 40% de sus partidos fuera de casa". Seis partidos perdidos de quince pitados desde 1996 y con recordatorios a la polémica en alguno de ellos como el penalty de Valdés sobre Cristiano Ronaldo, que no fue pitado la campaña pasada. Me perdonen los madridistas, pero ese partido el Madrid sólo tocó esa pelota y sí, quizá hubiese cambiado las cosas, habría sido una paliza mayor, ya que en mi opinión el Barça dejó de atacar con el 4 a 0 y el quinto lo marcó un canterano ávido de gol. Pero eso es otro tema.

El caso es que la prensa ha dejado de informar y sólo opina, terjiversa y no pide perdón cuando falla, amparándose en la libertad de expresión, el derecho más socorrido y amplio que tenemos y que justifica delitos como las injurias y las calumnias.

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